¿Se han preguntado alguna vez qué es lo que sucede con las aguas residuales de los municipios que no disponen de depuradora?
«No se hace nada. Todo va directo al río», así de clara y preocupada se muestra Judit Giró, alcaldesa de Capafonts desde el pasado mes de mayo. El municipio está ubicado en las Muntanyes de Prades, justo en el nacimiento del río Brugent. No hay depuradora y, hasta el momento, no se ha hecho nunca ningún tipo de tratamiento de las aguas residuales del pueblo, por lo que se vierten directamente al río, que sigue su transcurso a través de Farena (municipio que tampoco tiene depuradora) hasta llegar a La Riba, donde desemboca en el río Francolí.
Este es únicamente un ejemplo de lo que sucede en cualquier municipio que no disponga de una estación depuradora de aguas residuales (EDAR). En el caso concreto del Baix Camp, hay un total de doce pueblos: L’Albiol, Almoster, Arbolí, L’Argentera, Capafonts, Castellvell, Colldejou, Duesaigües, La Febró, Maspujols, Pratdip y Vilanova d’Escornalbou. Algunos, como Almoster, hacen uso de la EDAR de Reus, según explica su alcalde Àngel Xifré. Es también lo que sucede con Castellvell del Camp. Otros, como es el caso de Pratdip, «hacemos un pequeño tratamiento como podemos en una balsa antes de verter el agua en el barranco», dice el alcalde, Joan M. Rovira.
No obstante, el caso de la mayoría de municipios sin la infraestructura necesaria es como el de Capafonts, y se muestran preocupados. Y es que la competencia para dotar un núcleo de una depuradora no es suya, sino de la Agència Catalana de l’Aigua (ACA), organismo con el que el Diari ha intentado ponerse en contacto para preguntar sobre esta cuestión, pero sin obtener respuesta alguna.
El Consell Comarcal del Baix Camp es consciente de lo que sucede y de la problemática medioambiental que puede ocasionar. El presidente del ente comarcal, Joaquim Calatayud, muestra también su preocupación y recuerda las dificultades económicas por las que ha pasado el ACA durante los últimos años. «Por cuestiones económicas no se ha ejecutado prácticamente ninguna de las acciones previstas», señala Calatayud, que recuerda, especialmente, el caso de Les Borges del Camp (donde es alcalde) que, a pesar de tener la depuradora prácticamente finalizada desde hacía casi 10 años, las instalaciones no se pudieron poner en marcha hasta este mismo 2019. Mientras tanto, el municipio también vertió aguas fecales en la riera d’Alforja, por lo que Calatayud fue acusado, por parte de la plataforma El Freixe, por delito ecológico. Finalmente, quedó absuelto. La sentencia acreditaba la existencia de vertidos, pero también recogía la autorización de la ACA para hacerlo mientras se construía la depuradora. Y es que, si el organismo que tiene la competencia para construir la depuradora no hace la inversión, ¿qué pueden hacer los pueblos? «Nosotros estamos pendientes de reunirnos con la Agència Catalana de l’Aigua. Parece que hay voluntad, pero estamos a la espera», dice la alcaldesa de Capafonts, Judit Giró, que añade: «Si la previsión es a 10 años vista, trabajaremos por nuestra cuenta y plantearemos hacer una planta ecológica». Además, también quiere incidir en la concienciación de los vecinos, apostando por los productos y detergentes que sean ecológicos.
«Parece que el ACA empieza a salir del agujero negro», añade Joaquim Calatayud. Recuerda que, por ejemplo, ya se ha trabajado en la ampliación de la depuradora de Cambrils, la del Botarell está en licitación y aún faltará Maspujols y Vinyols. «Esperamos que, a continuación, se empiece con los pueblos pequeños», dice.
Aguas fecales, papel y detergente
El Diari ha podido comprobar en primera persona los vertidos de aguas residuales en las rieras de la comarca. En Duesaigües, por ejemplo, paralelamente a la carretera T-343 –que conecta con L’Argentera– transcurre el barranco Reial, que desemboca en el pantano de Riudecanyes. Bajando por una pendiente ubicada al lado de un restaurante, se baja fácilmente al barranco y, caminando pocos metros, uno se encuentra con una tubería que no deja de verter agua. El olor de detergente se mezcla con el de las aguas fecales, haciendo una combinación nada agradable. La imagen tampoco acompaña: agua marrón, papel higiénico pegado por todas partes e incluso alguna compresa. La situación se repite en Maspujols, donde el Diari también ha localizado el punto donde las aguas residuales son vertidas, este caso en la riera de Maspujols (pasa por Riudoms y desemboca en Cambrils, en la Punta de la Riera de Riudoms).
«Los efectos son preocupantes», se señala desde el Grup d’Estudi i Protecció dels Ecosistemes Catalans (GEPEC). La asociación ecologista señala que la consecuencia de las filtraciones de las aguas residuales en el subsuelo «es la contaminación de los pozos». «El Baix Camp tiene agua, pero como que no se hacen las gestiones correctas, hay contaminación y, en vez de solucionar el problema, se coge agua del Ebre», denuncian.
Montse Plana – Diari de Tarragona